Una mujer oscura: entrevista a Ana Gabriela Gómez Pereira
por Noe Vásquez Reyna
por Noe Vásquez Reyna
Escritora Gabriela Gómez con su libro Bioma sin luz. Ciudad de Quetzaltenango. Foto: Noe Vásquez
La escritora Ana Gabriela Gómez Pereira, de 27 años de edad, originaria de Quetzaltenango, es pedagoga y trabaja como maestra de nivel primario. Gaby, como prefiere que la llamen, es una mujer espontánea y perseverante, que muchas veces busca la perfección en lo que hace, tratando de ser flexible para buscar el equilibrio con las cosas que le gustan. “El ser maestra me ha dado paciencia y ese equilibrio para dejar un poquito esa perfección y ser más espontánea; dejar que las cosas fluyan como son, aunque a veces me cuesta”, comenta la joven autora que este año empezó a dar clases en una escuela pública.
Gómez Pereira viene de una familia de pedagogos. Su padre trabajó 30 años como maestro y su abuelo fue uno de los primeros maestros de Quetzaltenango; su título es el número 11. “Eso también me encaminó y dije: ‘quiero ser como ellos’”, cuenta.
En cuanto a su trabajo literario, su cuento «La fuerza de No’jib’al» fue incluido en la antología Armario de letras 2 (2019), que compila trabajos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Paraguay y Venezuela. Su poema «Condena» fue publicado en la antología Ramo de poesía (2020). Ambas antologías fueron coordinadas por el escritor y editor mexicano Jorge Luis Pereyra.
Este 2024 ha sido “una gran vuelta de página” para Gabriela. Su forma de escribir, algo que hace desde niña, tuvo un cambio radical. “Escribía mucho sobre el empoderamiento de la mujer, sobre la violencia infantil, temas sensibles, pero siempre con un enfoque hacia algo positivo: [la idea] de que uno puede ser feliz; pero este año, en mi primer libro, me di el encontronazo de que no todo es felicidad y que no todo está bien”, dice. Sus temas de escritura giraban en torno a la felicidad, la naturaleza; se centraba en que todos podemos salir adelante, pero el resultado que se refleja en Bioma sin luz (2024), su primer poemario, es distinto.
“Mi temática y la forma en que miraba la escritura cambió rotundamente, incluso mis lecturas estaban encaminadas mucho a lo romántico y clásico: Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Cortázar… Gracias al editor Wilson Loayes, porque a veces no te das cuenta de esas cosas, llamó mi atención sobre un poema que hablaba sobre cómo se siente uno por dentro desde una analogía con el infierno y al que no le puse mucha atención”, recuerda.
Gómez Pereira agrega que todo empezó cuando envió una serie de poemas a una convocatoria de la Pequeña Ostuncalco Editorial (POE). “El editor me dijo: ‘hay diez poemas sobre el amor, la felicidad, pero hay uno que habla sobre una introspección desde el infierno, y quiero que hagás un libro sobre eso, ¿podés? No lo sé -le respondí-, voy a intentar”. Con su hábito de ser perfeccionista, tuvo temor de empezar la tarea, pero accedió.
“Para ello tuve que leer en torno a esa temática, porque no me servía mucho leer sobre amor. Entonces él me sugirió algunas lecturas: Mariana Enríquez, Emily Dickinson, Alejandra Pizarnik, que ya había leído pero no me había adentrado tanto. Entonces me dije: ‘vamos a empezar desde cero, voy a tener algunas referencias, no quiero copiar ningún estilo porque no tendría sentido, sino que de ese poema que a él le gustó, de ahí tengo que tener un camino. Me dije: ‘va, leamos’, y me pregunté qué quiero hacer, y empecé a escribir”, relata.
Sobre el proceso de escritura de este poemario, Gaby cuenta que borraba, escribía y se preguntaba si iba teniendo sentido. “A veces me desviaba y regresaba otra vez a que el infierno es muy bonito, y no, no es así. Al final, dije: ‘ya tengo una estructura, lo voy a mandar y que otra persona me diga si realmente está bien’. Y, con palabras guatemaltecas, qué chilero, resultó que estaba bien. Como escritora, siento que ha sido un cambio, porque venía de un camino muy romántico, de brillos y colores, y pasé a un sentido más oscuro, pero me siento feliz con ello, porque salí de la zona de confort”, afirma.
Gaby recuerda que antes dedicaba un horario específico a escribir, pero eso también cambió a partir de darse cuenta de que estaba siendo muy forzado. “Las ideas surgían en cualquier momento: dando clases, por ejemplo. Entonces agarraba mi teléfono, entraba al block de notas y así apuntaba ideas. En las tardes, metía estructura y un poco de forma. Antes tenía un tiempo muy específico para escribir, pero después no. Escribo cuando tengo tiempo. A veces se me olvidan las ideas. Si aparecen en la noche, me quedo dormida y al otro día se van. Trato de ser constante, si ahora tengo esta idea, digo: ‘la voy a escribir’, y lo hago”.
En cuanto a la recepción de su trabajo, Gabriela nos cuenta: “En la última actividad de la editorial que fue una lectura en torno al Día de la Juventud, con jóvenes de institutos de San Juan, también se presentaron algunos libros. Me llamó la atención que de los compañeros que estaban, una compañera poeta de Escuintla, Linda, me dijo: ‘tú eres una mujer oscura. Yo quiero que posteriormente hagás un libro, que hagás unos fragmentos porque me conecta’.Considero que estos poemas, que para mí no tenían tanto camino, sí están llegando. Hay días que me han escrito diez personas, quince, no sé cuántas, pero con que solo fuera una, tiene sentido, porque alguien se ha sentido identificado”.
Gómez Pereira afirma que se encuentra en una etapa de experimentación en su escritura y está trabajando narrativa para un próximo proyecto. Sus lecturas han pasado por Sylvia Plath, Dickinson, Agatha Christie, Mariana Enriquez y Alejandra Pizarnik. Entre sus escritoras guatemaltecas favoritas se encuentran Vania Vargas, Sandra Álvarez, Marian Godinez y otras poetas que integran el colectivo Escritoras Guatemaltecas, del cual también forma parte.
IX
Finalizo mi estadía
descubriendo lo más temible, o quizá
lo único que necesitaba saber.
Yo soy ese infierno.
Yo soy esa lumbre.
Yo soy ese lugar.
Lo visitaré cuando necesite un momento a solas.