César Yumán: «Lo mejor de todo es que siempre hay más lecturas»
por Noe Vásquez Reyna
por Noe Vásquez Reyna
Fotos: César Yumán
El escritor guatemalteco César Yumán (1988), originario de San José Pinula, afirma que no trata de complicarse la vida. Toma los caminos sencillos, aunque entre sus primeras lecturas leídas en paralelo, antes de estudiar Letras y sin ninguna obligación, se encontraban La Odisea y La Divina Comedia. «Creo que algo que me pareció fantástico de La Odisea es que el ser humano es muy valioso; puede ser valiente y cometer muchos errores, pero al final eso es ser humano, y que un ser humano se atreva a desafiar una entidad como Poseidón, ya sea por accidente, a mí eso me quedó muy marcado. En La Divina Comedia me fascina, y eso es un énfasis que he hecho mucho cuando me ha tocado enseñar literatura medieval y específicamente abordamos este libro, es cómo Dante fue capaz de construir toda una obra así, casi influencia ideológica en muchos sentidos, pero que no dejó de ser una carta para Beatriz. Me gusta mucho eso de esconder siempre detrás de un texto toda otra idea», expresa.
Yumán es una persona que trata de ser muy sencilla, aunque en su día a día se mueve entre ser escritor, fotógrafo y docente. Se licenció en Letras y tiene una maestría en Literatura Hispanoamericana. También posee un Bachelor en Arte y un Profesorado en Lengua y Literatura; se desempeña como catedrático en distintas instituciones como The American School of Guatemala, la Universidad del Valle y la Universidad Francisco Marroquín.
Para este artículo, Yumán nos concedió una entrevista en la que nos habló sobre su experiencia en la publicación, sus lecturas, relecturas y las motivaciones de su trabajo literario, en el que pretende hablar sobre los contextos que ha vivido, lo cual considera importante. Su más reciente libro, Baila: Playlist II, es una serie de relatos en que aborda desde distintas perspectivas un contexto de violencia y la corrupción en la policía de un país del trópico, mostrando a los policías como seres humanos. Este libro fue ganador del “Certamen Permanente Centroamericano 15 de septiembre” en 2021.
«Hace un par de meses tuve un conversatorio donde habían leído mi último libro, y alguien me decía: “¿Cómo le hace para inventarse todo eso?”. Yo no entendía la pregunta, y me dijo: “Sí, es que mire, usted trabaja en la universidad, anda en auto, y sus personajes a veces no tienen eso”; entonces le respondí: “Bueno, pero ese es mi yo de ahora. No es que eso haya sido así siempre», recuerda.
«Lo que yo he intentado escribir y lo que intento escribir todavía es esa identificación con lo que es Guatemala, Centroamérica, nuestra región; sus problemas, que no siempre son los mismos, pero tampoco he querido volverme muy político, o que la gente lo interprete así, porque creo que la literatura no deja de ser política, no deja de ser personal; entonces, dentro de todo eso intento mostrar un lado más auténtico desde mi propia percepción de la vida. Ahí entran estas situaciones que en algún momento me ha tocado vivir con gente con poder, con la violencia, la inseguridad, la adicción, los vicios, el alcohol, la locura. No me atrevería a decir que soy la voz o el representante de un grupo específico, porque primero no me corresponde; seguramente hay otros escritores que tomarán esos roles porque son más afines a una causa específica, entonces yo creo que eso es lo que he intentado, ir retratando un poco lo que es vivir aquí».
Yumán está consciente de que publicar en Guatemala no es fácil: ha sido rechazado por editoriales y ha perdido premios, lo que quizá lo llevo a probar suerte fuera del país, donde sí tuvo experiencias muy positivas: «El primer premio que recibí fue en Estados Unidos, es por ello que quizá empecé a llamar un poco la atención aquí y se fueron abriendo otras puertas. Literalmente, creo que ha sido un camino de un poco de todo, porque al final sí he logrado las publicaciones».
En 2013 obtuvo el primer lugar del Certamen Latinoamericano de Editorial Paroxismo (EE.UU.), sello que publicó su antología Retóri-k, Introducción a tropos y figuras o schemas de Latinoamérica. A partir de ahí, su trabajo fue ganando espacio en el ámbito nacional. Entre sus publicaciones se encuentran los libros de cuentos Infinito (2015), D4rkn355 (2017) y Playlist (2018), así como las novelas Me dicen Zombie (2018) y Anbu (2019). Además, sus textos han sido incluidos en antologías y revistas de Guatemala, Estados Unidos, México, El Salvador, España y Argentina. «Creo que la escritura va fluyendo, va marcando su paso. Con los años, que tal vez no son tantos, he sentido menos ansiedad por la publicación».
Yumán explica que lo que está viviendo ahora mismo no alimenta directamente los textos que está trabajando actualmente: «Tal vez no va a alimentar algo directo de lo que publique próximamente, porque creo que uno escribe, tal vez no mejor, pero sí con más honestidad desde la distancia. Creo que ahorita estoy escribiendo cosas que tal vez se relacionaron conmigo hace diez años o más, veinte, quince años. En su ensayo “La tradición y el talento individual”, T. S. Eliot dice que si realmente uno va a escribir poesía, la poesía no puede ser lo que uno pensó al inicio, sino cómo lo transformo y lo hago poesía. De lo que mi vida alimenta ahora mi escritura es que me dedico a ser profesor principalmente, y obviamente uno siempre tiene otros roles, de hijo, de padre, de hermano, de tío, de muchas cosas; entonces, creo que eso se va ir moldeando todavía y quizás en el futuro voy a escribir sobre esa experiencia».
Entre las lecturas y autores que lo formaron se encuentran El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias, Anaís Nin; “Privilegio” de Alejandra Pizarnik, Arundhati Roy, con El dios de las pequeñas cosas; Roberto Bolaño, sobre quien escribió su tesis de licenciatura. «Borges, creo que a nadie le falta, y no sé, Kawabata me gustó mucho en un inicio, de ahí me terminó gustando más quizás Kenzaburō Ōe. Murakami, con quien yo siempre pienso “este año le dan el Nobel”. Creo que las lecturas han sido muchas, y lo mejor de todo es que siempre hay más lecturas», expresa.
Yumán acaba de terminar de leer Llegaron del mar, de Mario Monteforte Toledo, un libro que narra la llegada de los peninsulares a América desde la organización de los pueblos indígenas, y en estos últimos meses ha venido espaciando las lecturas de Denis Johnson: «El año pasado, un amigo me compartió un libro y ahí estuvo el libro un par de semanas. Muy bueno, demasiado bueno el primer libro que leí, que se llama The Largesse of the Sea Maiden, son cuentos, pero no había leído a autores con algo tan desconcertante, entonces de él leí también Sueños de trenes, ese sí lo conseguí en español, y también Ángeles derrotados. Ahora tengo otro: El árbol de humo, y ahí voy. Estoy releyendo, no todo, pero sí algunas partes, sobre todo la final, porque quería escribir algo y se me había olvidado, Farenheit 451».
Sobre sus relecturas, nos cuenta que el libro que más veces ha leído es El Principito, aunque también vuelve a Safo, al Quijote y a Murakami. «Regularmente regreso a Murakami, y no solo a Haruki, sino a Ryū, que me encanta también».
Yumán les recomienda a quienes quieren empezar a escribir a que se atrevan a hacerlo: «El primer paso es atreverse», aunque no sea perfecto. «Si uno quiere contar una historia o expresar su poesía, creo que hay que atreverse a que el lector lo tenga en sus manos».
Al igual que Haruki Murakami, César antes corría, lo cual ayudaba a su proceso de escritura. Aunque ahora corre mucho menos, dice que para él es imprescindible pensar en la historia, perfilar los personajes e ir pensando en los cambios que la historia requiere, antes de sentarse a escribir. «Realmente escribo despacio, cuando tengo tiempo, cuando robo horas a la noche, ahí es cuando escribo. Siempre voy pensando, poco a poco».
Al preguntarle sobre qué autoras nos podría recomendar, Yumán mencionó de nuevo a Arundhati Roy: «Ella no puede faltar porque dentro de su narrativa no deja de haber poesía; creo que eso me encanta de Miguel Ángel Asturias, que no deja de ser poético, así esté contando lo que esté contando». También nos deja la inquietud de leer A la sombra del árbol violeta, de la iraní Sahar Delijani, y Lumpérica, de la chilena Diamela Eltit.