Marian Godínez: «La curiosidad es algo que nunca debe morir, en un educador ni en cualquier profesional»
por Noe Vásquez Reyna
por Noe Vásquez Reyna
Fotos: Marian Godínez
Edilma Marianela Godínez Socoy (Ciudad de Guatemala, 1983), conocida en el ámbito literario y cultural como Marian Godínez, es una figura polifacética que combina la docencia, la investigación y la gestión cultural.
A Godínez le apasiona la educación. Se tituló como licenciada en la Enseñanza del Idioma Español y Literatura, y Profesora en Lengua y Literatura, ambos títulos obtenidos en la Escuela de Formación de Profesores de Enseñanza Media (EFPEM) de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Con 19 años de experiencia docente, también ha colaborado como consultora en material educativo e investigación literaria para entidades como el Ministerio de Educación, USAID, UNESCO y PEN Internacional.
Marian es la elección corta de su segundo nombre, Marianela —gracias a su padre, en referencia a la novela de Benito Pérez Galdós—, y ha sido la forma en que su familia y amigos siempre la llamaron, convirtiéndose así en el nombre que ha forjado su identidad a lo largo de su vida.
Un comienzo fortuito: de la ferretería a la poesía
Marian afirma que su acercamiento a las letras fue totalmente «accidental», ya que sus padres eran comerciantes, pero a pesar de que su padre solo había estudiado hasta sexto de primaria, era un gran lector de periódicos, mientras que su madre leía novelas rosas y revistas.
Godínez creció en el negocio familiar: la ferretería de sus padres, y estuvo siempre rodeada de herramientas, albañiles y maestros de obra. Este negocio influyó directamente en su educación literaria temprana.
«El negocio se convirtió en nuestra casa. Yo no sé qué es despedir a un papá en la mañana y que regrese en la noche después del trabajo, porque yo estaba en su trabajo todo el tiempo. Entonces, una vida de colaboración perpetua en mi familia, cosa que a un niño obviamente no mucho le agrada, pero cuando uno va creciendo lo agradece, porque entiende el espíritu de comunidad y de colaboración real en una familia. Mis papás crearon un negocio que ha durado; acaba de cumplir casi 48 años».
Marian recuerda que, en lugar de usar plástico, su padre ideó una manera en que utilizaban papel para envolver tornillos y tuercas, un material que obtenían de revistas y libros viejos regalados por la gente para que se reciclara. Leyendo estos materiales de reciclaje fue donde Godínez se encontró por primera vez con la literatura.
Su primer libro completo, La vida heroica de Marie Curie, se lo obsequió Mike, Miguel, un hombre en situación de calle que llegaba a la ferretería y al que llamaban el Universitario, porque había estudiado Derecho.
«Las razones por las cuales había quedado en situación de calle, las desconozco. A veces consumía pegamento, cosas así. Pero en sus periodos de lucidez llegaba mucho al negocio y nos regalaba los libros».
La historia de Curie y su lucha por defender su idioma natal la inspiraron profundamente a los 11 años y esto la motivó a buscar libros por sí misma.
Posteriormente, cuando Marian cursaba la carrera de Administración de Empresas, al negocio llegó un pedagogo que era el director de un colegio y que estaba haciendo trabajos de ampliación, quien, al conocerla, le ofreció una plaza para impartir clases.
«Él hizo su colegio como una especie de servicio a la comunidad en la que estaba. Tenía muy buena calidad a cuotas muy, muy bajas. Y era como un salvavidas de los institutos o escuelas, sobre todo admitía muchos de los estudiantes que habían sufrido algún tipo de violencia en los centros educativos. Él quería crear un refugio para estas personas que no tenían acceso a la educación privada y que necesitaban un lugar seguro. Ahí empecé dando clases de matemática».
Este mentor fomentó en Marian la profesionalización y la instó a que estudiara un profesorado en matemática, pero Marian se decantó por el de lengua y literatura. Incluso fue él quien le enseñó que «la curiosidad es algo que nunca debe morir, jamás debe morir en un educador ni en cualquier profesional».
Esta decisión le abrió puertas: «Me meto a estudiar literatura y, dentro del mundo de las letras, realmente conocí a una comunidad que sí pensaba como yo, que realmente teníamos ese espíritu de servicio, que creo que tenía yo inherente desde la infancia. Nunca lo encontré en el área empresarial ni tampoco en el área de las ciencias económicas. Entonces, fue algo que me hizo sentir como en casa».
Con el tiempo, su sed de conocimiento la llevó hasta la Cátedra Carlos Fuentes de la Universidad Autónoma de México (UNAM), donde cursó dos diplomados. El diplomado sobre Narrativas Transdigitales para Combatir el Encierro (2020) fue motivado por la búsqueda de soluciones tecnológicas para ayudar a sus estudiantes, quienes enfrentaban intentos de suicidio durante la pandemia. Posteriormente, cursó el diplomado en Narrativa contemporánea centroamericana (2022). Marian considera a México una segunda casa, y estos estudios la acercaron a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y a grandes académicos que han contribuido a su formación.
En cuanto a la escritura, inicialmente quiso probar con la narrativa, pero sus textos se inclinaban hacia la prosa poética. Siguiendo el consejo de amigos, exploró la poesía y su primer intento formal surgió de un ejercicio en su trabajo para que los educadores persiguieran algo que nunca hubieran logrado. Este esfuerzo la llevó a ser finalista del Premio de Poesía Manuel José Arce de la Editorial Universitaria de la USAC en 2018. Este logro significó seguir trabajando y entender la escritura como un oficio que se mejora con la práctica constante. Por su trayectoria y trabajo fue ganadora en 2022 del Premio a las Letras Margarita Carrera en la EFPEM-USAC.
Godínez ha publicado El debut solista, incluido en la antología Versos de papel (2020), antología de poemas de autores finalistas del Premio Editorial Universitaria Manuel José Arce; Sismo (2022), Premio a las Letras en honor a Isabel de los Ángeles Ruano Poesía 2022; y Nací vieja (2023). Sus textos también han sido incluidos en otras antologías nacionales como Antología poética del Centro PEN Guatemala dedicada a Carlos René García Escobar, Escritoras Guatemaltecas, Lienzo de Fuegos, U poética, 56 Altares, filos y espejos; Quetzal poético y Cartas Sororas; y en antologías internacionales como Letras desde el encierro (Puerto Rico) y Resistir América Latina (Francia).
Su compromiso con la comunidad literaria se refleja en su rol como vicepresidenta de la junta directiva del Centro PEN Guatemala, afiliada a PEN Internacional, que además de dar promoción a la cultura también se debe a la causa de la libertad de expresión. Marian, además, participa activamente en la promoción cultural, junto a Abel Pérez Rojas, en el programa Sabersinfin, que se trata de un movimiento que inició en Puebla, México, y ha logrado que una escritora guatemalteca (Brenda Carol Morales) publique una columna en la revista electrónica de Sabersinfin.
«Estoy dentro de la red como una coordinadora de país y del continente centroamericano porque no hay otro espacio en Centroamérica ahorita para La Voz de Sabersinfin. Ha llevado a muchos poetas a México este movimiento. Están en Uruguay, Colombia, muchas ciudades de Argentina, Chile, por el momento en varios estados de México. Hay alguien que creo que ya está en Europa haciendo clic con algunas personas latinoamericanas, y estoy yo en Guatemala, y espero que pronto pues haya alguien más. Ese es uno de los grandes proyectos, seguir creciendo con Sabersinfin, abriendo puertas».
Además de estos proyectos, es fundadora del canal de audiolibros en YouTube Catalejo Lector, que fomenta la literatura latinoamericana, y es miembro de los colectivos Escritoras Guatemaltecas y Nosotras las letras.
Un paisaje literario más delineado
Al analizar el panorama literario guatemalteco, Godínez nota una gran diversidad que no puede ser encasillada en un solo movimiento. La virtualidad y los espacios locales han ampliado el movimiento, que incluye desde la literatura de denuncia hasta la creación literaria que busca el placer de jugar con el idioma.
Destaca que la calidad de la escritura ha mejorado, y los autores jóvenes ya no buscan imitar a los escritores consagrados guatemaltecos. Están creando voces novedosas y un discurso más amplio, que incluso puede considerarse hispanoamericano. Godínez es optimista sobre la proliferación de la literatura juvenil de calidad y las nuevas narrativas que surgen de áreas fronterizas y que se mezclan con movimientos como la literatura chicana. Ella compara el panorama actual con un campo:
«Como cuando todo brota dentro de un campo que en un momento probablemente quedó árido y empiezan a crecer salvajemente estas especies distintas, que yo creo que en un futuro no muy lejano van a empezar a crear ya un paisaje más delineado».
En cuanto a sus lecturas, Marian recomienda volver a autores nacionales como Luis Alfredo Arango y Luis de Lión. Menciona A las 12:15 el sol, de Irma Flaquer, y Aura, del mexicano Carlos Fuentes, como libros que la han marcado. En cuanto a las nuevas promesas, Godínez pone la atención en dos poetas: Mariela Tax y Negma Coy, a quienes describe como artistas integrales y multifacéticas.
Como reflexión final, Marian Godínez subraya la importancia de la educación en la sociedad. Recordó una frase de la jueza Yassmin Barrios: «Antes de que se cometa el crimen, están las aulas», ya que en un país que padece de inseguridad y violencia, Godínez afirma que el magisterio funciona como un «gran y enorme laboratorio social». Critica que Guatemala siga replicando modelos educativos de otros países y propone que se estudien los casos de éxito local, como el del maestro Esdras Patá que fundó la Orquesta Sinfónica de las Verduras, un proyecto altruista y creativo en Santa Cruz Balanyá, Chimaltenango, digno de inspirar nuevos modelos. Godínez concluye que los espacios culturales, incluyendo la Academia, deben dejar de ser vistos como élites o círculos cerrados y deben responder al llamado de la sociedad, abriendo sus puertas para que los grandes maestros compartan su saber.
