Mariela Tax: «Trato de identificar ese lenguaje poético en la lectura»
por Noe Vásquez Reyna
por Noe Vásquez Reyna
Fotos: Mariela Tax
Obdulia Mariela Tax Ajtún (1991), originaria de Salcajá, Quetzaltenango, es una mujer maya k’iche’ del área rural para quien reivindicar su identidad es vital: «Para mí es muy importante porque parte de todo el trabajo que realizo también tiene que ver con la reivindicación de la identidad, como mujer maya k’iche’, como educadora popular por vocación, maestra por profesión y como estudiante de Psicología». Mariela Tax se nombra también poeta y “un poco” artista desde la música: «Hay muchas cosas en la parte de la descripción, pero ser mujer maya k’iche’, poeta y educadora popular serían las cosas con las que más me puedo identificar».
Mariela recuerda que se ha relacionado con la lectura desde su infancia: «Es una historia que siempre me ha gustado mucho contar porque es muy parte de mí. Recuerdo mucho que no teníamos edificio escolar y, entonces, varias de las casas que usábamos como aulas eran de los vecinos, y la nuestra era una de esas casas, en donde los cuartos prácticamente se utilizaban como secciones para los estudiantes. En el lugar en que estaba antes la sala había un pequeño estante de madera donde había algunos libros del gobierno, y encontré un libro muy bonito, que creo que a muchos nos ha gustado en nuestra niñez, el libro Barbuchín».
A los 6 años, su libro favorito fue la obra más famosa del escritor y catedrático quetzalteco Daniel Armas López, pionero en la literatura infantil y juvenil de Guatemala. Barbuchín aún se utiliza para ampliar el vocabulario de quienes se inician en la lectura. El padre de Mariela fue cómplice en sus primeras lecturas y cuando se convenció de su verdadero interés por los libros, poco a poco aumentó la complejidad. «Luego recuerdo también que me trajo un libro, mi primer libro, que fue un almanaque Escuela para todos. Fue el primer libro que él me regaló y recuerdo que me gustó mucho porque, bueno, traía tantas imágenes y tantas cosas bonitas que me emocionó mucho la lectura. Luego de eso, traté de devorarme todas las revistas Selecciones, que eran muy comunes en ese tiempo, y entonces él las compraba y yo las leía».
Conforme pasaron los años, Mariela se introdujo gradualmente en la lectura de algunas novelas y en la poesía. «Mi acercamiento a la poesía fue también en parte porque, lo que sí recuerdo que hacía y que aún hago, es que cuando leo algo, voy tratando de identificar ese lenguaje poético en la lectura. En las novelas, en las canciones también, en la música». Agrega que ese acercamiento también se debió a que su padre recitaba algunos poemas que se sabía de memoria y que posteriormente fue conociendo a otros poetas, los clásicos, Mario Benedetti, Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik.
Por ese entonces Mariela ya empezaba a escribir: «Nunca me autodefiní como poeta porque sentía que lo que yo escribía no encajaba tampoco en nada de lo que leía. Pero luego conocí la poesía de Humberto Ak’abal y, entonces, me hizo mucho eco y me hizo sentir mucho esta parte de identidad con la tierra, con la milpa, con las montañas. Y yo decía: “¿cómo es posible que algo tan… o sea, palabras tan sencillas, tengan un sentido tan profundo?”. Creo que el hecho de pertenecer casi que a los mismos contextos también me hizo entender la profundidad ese tipo de poesía. Entonces, empecé a escribir otras cosas, siempre en función de ir sanando otros dolores, porque al final uno crea arte también, sin darse cuenta, para sanar. Luego, la realidad también fue mostrando que había otras cosas sobre las cuales podía escribir».
Mariela Tax fue cincelando la escritura de temas que socialmente dolían, como la discriminación, la violencia, la exclusión. «Fui entendiendo que la escritura tenía poder, y entonces fui usando eso también como motivación para escribir otras cosas que también eran importantes».
La poeta asegura que se le dificulta la disciplina para escribir; sin embargo, ha notado que en su proceso creativo influye el moverse en muchos otros contextos diferentes al suyo. «Soy muy observadora y eso me ayuda a ir teniendo elementos para escribir. Me gusta escribir con mucha fuerza, o sea, reflejar con mucha fuerza lo que estoy sintiendo. Si estoy sintiendo dolor, tristeza o alegría, pues, que se sienta. Lo mismo si estoy sintiendo rabia o indignación. En esta parte de entender que la escritura sirve para muchas otras cosas, fui viéndola desde un punto de vista de reivindicación. Yo decía: “Si no hay tantas mujeres escribiendo y, mucho menos, mujeres mayas, entonces creo que reivindicar esa parte es también importante”».
Desde el punto de vista de Mariela, el arte está muy relacionado también con la justicia. La evolución de su escritura pasó de expresar dolores personales, como una forma de sanar, a ofrecer una vía de expresión al dolor de los demás. «Esa evolución fue entender que si a mí me sanaba, también lo que yo escribía podía sanar a otras personas».
Su primera publicación impresa surgió como parte de los trabajos seleccionados para una antología de poetas nacidos en la década de 1990, coordinada por el editor Manuel Rodas, llamada Antología Poetas de Quetzaltenango (Sión Editorial, 2021). Posteriormente, sus poemas han sido incluidos también en la fanzine Chonchón, (Lebú, Chile, 2021); y la fanzine chiapaneca Yomarán Jäyatzame, Mujeres Poetas de Xelajú (2022); y en las antologías Salir del engaño ¿200 años? ¡Nada que celebrar! y Lienzo de Fuegos, (Parutz’ Editorial, 2021).
Su poesía también es parte la segunda temporada de la novela Amanda López, Editorial Semilla Creativa, (Buenos Aires, Argentina, 2021) y está incluida en la Antología inclusiva escrita en Braille y audiolibro publicada por el Ministerio de Cultura y Deportes y el Ministerio de Educación (2022). Es parte, junto a otras poetas guatemaltecas, de la antología Novísimas Guatemala (Editorial Los Libros del Perro, 2024).
Su primer libro de poesía, Entre los brazos de la neblina, fue publicado en 2023, después de que uno de sus poemas tuviera mucha difusión en una red social. «Inicialmente yo compartía mis escritos solamente por Facebook y de repente escribí un poema que se llama “No queremos que sufran”, que cuenta un poco la historia de mi familia sobre cómo fue la pérdida de nuestro idioma como un mecanismo de protección. Cuando les preguntábamos a nuestros papás por qué no nos habían enseñado el k’iche’, nos decían: “es que no queríamos que se sufrieran lo mismo que nosotros sufrimos”. Yo compartí ese poema y muchas personas se sintieron identificadas con él, porque creo que a muchas personas les pasó esto mismo de perder su idioma y sentir que perdieron esa parte de su identidad, y empezaron a republicarlo, y a compartir, compartir y compartir. Creo que ha sido el poema que más han compartido de lo que yo he escrito. Y, bueno, llegó a la vista de Pablo Sigüenza, el editor de Parutz’».
Aunque no tenía intención de publicar formalmente, Mariela afirma que el trabajo de recopilación y de ordenar ideas y textos fue muy interesante y de mucho aprendizaje. El libro estuvo listo justo antes de que viajara a Costa Rica para participar en un festival y se presentó tiempo después en Quetzaltenango. En la Feria Internacional del Libro en Guatemala de 2025 se estrenó la segunda impresión, y ahora ya está en revisión la propuesta de su segundo poemario.
«Hay algunas personas que me escriben y me dicen: “Mariela, yo lloré con su libro, lloré con ciertas cosas”. A veces el dolor personal ya no es tan personal, sino son dolores colectivos y uno no siempre lo nota», comparte.
A la pregunta sobre qué lecturas nos recomendaría, Mariela contesta: «A poetas guatemaltecos, escritoras guatemaltecas. Porque hay mucha riqueza. Tú puedes observar el mundo, otros mundos, otras realidades, a través de lo que otras personas escriben. A Miguel Ángel Oxlaj, por ejemplo; Rosa Chávez, Negma Coy, Noé Roque, que son poetas kaqchikeles». También nos recomienda a Pablo Sigüenza y a Marvin García. «Creo que aportan mucho conocimiento, mucha experiencia, pero también mucha esperanza en sus textos».
Mariela Tax ha participado en diferentes lecturas y festivales de poesía nacionales e internacionales. La revista Casa de las Américas (La Habana, Cuba, 2025) acaba de incluirla en su número 318-319, con motivo de su selección de Poesía joven de Centroamérica.